Rodrigo

#ConoceMiHistoria

Rodrigo 26/07/2022

¡Buenos días a todos y todas! Soy Rodrigo Luengo y gracias a la donación de médula he sido capaz de salvar una vida.

¡Os cuento! Soy estudiante de Ingeniería de Telecomunicaciones en la universidad UPM. Un día mientras iba a clase, coincidió que había un grupo de chicas y chicos en la entrada, con unos carteles y un stand, ¡eran el Equipo Médula! Un chico se acercó a explicarme como funcionaba la donación de médula y que podía hacerme donante en esta campaña. Comprometido con la causa rellené el formulario y me senté a que me sacaran un pelín de sangre, lo justo y necesario para que pudiesen ver si era compatible con alguien :).

Me avisaron de que podía ser un proceso largo de espera o que nunca me llamaran, pero en mi caso… No esperé más de 2 meses. Parece que alguien en alguna parte del mundo me estaba esperando.

Así es como empecé el proceso de pruebas y papeleo para ver si podía llegar a ser el donante definitivo. Os voy a hacer un spoiler pero… en efecto, lo conseguí.

Todo estaba listo para la donación. El día 26 de julio de 2022 a las 8:30 me planté en la unidad de hematología del Hospital La Paz, listo y con muchas ganas. Confiaba al 100% en el equipo, ya que me habían ayudado y aconsejado durante todo el proceso. Lo más “peliagudo” pudieron ser los 4 días anteriores. Durante estos 4 días tuve que ponerme 3 inyecciones diarias para acelerar la producción de las células que necesitaba el receptor, las que podían salvarle la vida. El primer día fue el más complicado ya que nunca me había pinchado y me dio bastante impresión. Cogí la práctica para los otros 3 días, me las ponía viendo la tele o con alguna otra excusa para no hacerles mucho caso. Todo esfuerzo tiene su recompensa.

Volviendo al día de la donación, a las 9:00 estaba tumbado en la cama y listo para mi donación por aféresis. Fueron 6 horas que se me pasaron volando. Me pusieron la tele, charlaron conmigo y hasta me dormí una siesta. No me dieron ningún dato sobre el receptor, pero yo confío en que mi gesto le haya aportado tanto como me aportó a mí mismo.

La intervención en si, ni fue dolorosa, ni siquiera, diría que, fue molesta. Al terminar me recomendaron reposo en esa tarde. Yo me sentía genial, animado y feliz.

Al día siguiente ya hice mi vida normal. Me fui de vacaciones ese mismo día y no me faltó tiempo para coger la tabla e irme a hacer surf. Sin secuelas ni molestias yo pensé que ahí había acabado mi experiencia con la donación de médula, pero ni mucho menos!

Desde ese día he estado muy en contacto con este mundillo, yendo por las universidades contando mi experiencia y captando nuevos donantes. Esto ha sido gracias al Equipo Médula, un grupo de gente genial y de la que he aprendido un montón durante los meses de la campaña de captación. ¡La de donantes potenciales que hemos conseguido, cuántas vidas con oportunidad de salvarse!

Cuando leáis esto, me gustaría animaros a uniros a nosotros. Hacerse donante de médula es ingresar a un selecto club de superhéroes y superheroinas, esperando para ir donde se nos necesite. Al fin y al cabo, es un ratito nuestro por 1.000 ratitos para otra persona.

¡Os espero!

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